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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Miedo a perder


¿Y si me arriesgo y sale mal?
¿Y qué si no sale como espero?
¿Cuántas veces te lo preguntaste en esas noches que no te podés dormir porque la cabeza no para un segundo?
¿Por qué será que tenemos tanto miedo a sufrir y a que nos hagan daño que nos hacemos daño con tanto miedo?
¿Por qué siempre esperamos recibir algo a cambio para demostrar lo que sentimos?
¿Por qué tanto interés? ¿Los sentimientos puros y verdaderos dónde quedaron?

A veces, muchas veces, bueno está bien, la gran mayoría de las veces arriesgarlo todo asusta. Y mucho. Es que el temor a perder, a que no salga como esperamos, y que duela es muy fuerte. Pero, ¿qué es jugársela, arriesgarse? ¿Decir lo que pensas y lo qué deseas, lo que sentís? ¿Es dejar el orgullo de lado por algo, o alguien? ¿Es luchar por algo que deseas? ¿Es gritarle al mundo algo que hace tiempo tenés ganas de hacerle saber?
Entonces, ¿por qué tenemos miedo a arriesgarnos? ¿Para no "quedar mal"? ¿Para no mostrar que bajo el caparazón de "me chupa todo un huevo" hay algo que te tocó el alma? ¿Tal vez por miedo a que se repitan experiencias pasadas? ¿O por el miedo al rechazo?
Solo uno mismo en su interior sabe la respuesta, en ese momento en que te acostas para dormir y mirando el techo pensas en mil cosas, en ese momento en que te encontras con vos mismo, que ya nada ni nadie de tu alrededor puede tocarte, solo estás con vos mismo, como mirándote en el espejo, el espejo del alma. Ahí dónde no podés escaparle a nada ni mentirte con esa farsa de que te da todo lo mismo y que está todo bien. No está todo bien. Algo te pasa, algo sentís y algo tenés que hacer con eso. Porque por más que quieras seguir mirando para otro lado, eso que te carcome, va a seguir ahí dando vueltas dentro tuyo.
Siempre se dice que hay que hacer lo que uno quiere, pero eso no siempre hace bien, ni a vos ni a las personas que te rodean. Hacer lo que tu corazón te dice, ese debería ser el consejo, porque el corazón no miente, es puro. Hacer lo que sentís correcto, lo que te dice el alma que sigas, te deja tranquilo de haberlo dado todo aunque no haya terminado como esperabas. Pero lo intentaste, no te quedaste con el tener que suponer qué habría pasado si tal cosa, si tal otra, no, te quedas con la tranquilidad interior de que diste lo mejor, hiciste lo mejor que pudiste y como te salió. A veces no siempre alcanza con dar lo mejor, y más todavía cuando se trata de relaciones entre personas. Más que nada porque todas las personas somos diferentes, cada uno de nosotros tiene sus experiencias, sus principios, sus ideales y eso implica ver, analizar y sentir todo de una manera distinta a la de cualquier otra persona. Porque somos diferentes, tomamos decisiones que algunos entenderán y que otros ni más remotamente asimilarían. Porque si hay cosas que realmente son imposibles una de ellas es conformar y cumplir las expectativas de todo tu alrededor, de tu familia, de tus amigos, de tus conocidos, etc. Es imposible que todo tu entorno esté conforme, feliz y entienda todas y cada una de tus elecciones, desde las significativas hasta las del día a día. Simplemente porque son diferentes, distintos a vos, a tu forma de ser, a tu personalidad. Pueden intentar ponerse en tu lugar, en tus zapatos, pero no pueden vivirlo ni sentirlo como vos.

"Hace lo que sientas, lo que te dicte tu corazon", humildemente, ese es el mejor consejo que alguien te puede dar. Asi que si tenés un viaje que querés hacer, hacelo. Si tenés un gusto que querés darte, no lo dudes. Si hay alguien a quién querés, decíselo. Si extrañas a alguien, anda a buscar a esa persona. Si te distanciaste con un amigo o una amiga y ni siquiera se acuerdan por qué pavada era, anda, hablenlo y búsquenle la solución. Si querés dejar algo que te hace mal pero no sabes cómo hacer, pedí ayuda y alejate de eso. Si ocurre una injusticia y no podés tolerarlo, reclama y defende tu causa. Hace lo que sentís, porque puede que algún día ya sea tarde para cuando te des cuenta. No somos eternos, nadie es eterno, las oportunidades y las posibilidades no duran por siempre. El tren no va a pasar siempre, lo que no aprovechas vos otro lo va a hacer, la vida no te va a esperar, el mundo va a seguir su curso. Hoy estamos, mañana no sabemos.

Por todo eso, y mucho más, es importante la tranquilidad con uno mismo, el arriesgarse y hacer, decir, gritar, luchar y pedir por lo que uno anhela, por lo que uno quiere, por lo que uno desea con el corazón. Te pueden decir: "viste, diste todo y al final no sirvió para nada, yo te dije", pero vos dentro tuyo sabés que sí sirvió, ¡y cómo! Porque te liberaste de ese miedo a perder, a no arriesgar por no sufrir, a no luchar por algo para evitar el rechazo. Y eso, simplemente eso, es un regalo que te das a vos mismo, una experiencia que te va a servir en el futuro pero que ya desde ese momento en que fuiste y dijiste lo que sentías, que luchaste por eso que querías, que te plantaste ante el mundo y dejaste en claro tu parte, en ese mismo momento, te queda la tranquilidad de haber hecho lo que tendrías que haber hecho desde el comienzo pero el miedo te inhibía. Y esa paz interior, esa armonía y tranquilidad, ese sentimiento de tener la conciencia tranquila por haber dado lo mejor es como el abrazo silencioso en el momento en que más lo necesitas, no se compara con nada. 




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